Noir Nicolás resbaló sobre el
charco de su propia sangre mezclada con la del Krampus y San Nicolás, todo por
culpa del hacha que le desestabilizó. A su derecha estaba el cuerpo desmembrado
de San Nicolás el inmortal y la izquierda estaba el Krampus tocándose atontado
el cuerno que recién le había cortado.
El demonio trataba de ver en la
oscuridad el pedazo de cuerno caído, como para sopesar cuánto daño había
recibido, mientras que Noir trataba de recuperar su aliento y un flashback le
hizo recordar por qué se encontraba allí.
- Baboo, tenemos que hablar.
- ¿Señora Claus?
- No me digas así, no hace falta entre nosotros.
- Bueno Befana, ¿tienes algún problema?
- Ese maldito del Krampus ha tomado prisionero a Santa y quiere su Telescopio como rescate o lo va a desmembrar.
- ¿Qué ese gil no sabe que es inmortal? – Mientras tanto Noir sacaba rápidamente las cuentas de cuánto carbón iba a perder sin San Nicolás. –
- Necesito tu ayuda.
- ¿No habíamos quedado en no vernos nunca más?
- No necesito que me veas, sólo que lo ayudes a él.
La lluvia arremetió como una
catarata carmesí, ya no se sabía si la sangre caía o subía, dejando atrás lo
que había sido oscuro como el alma de Noir.
- ¡Maldito, me volaste todo el cuerno, te devoraré! – exclamó el Krampus enardecido. –
- Agustín el Gil, que bien te quedaba ese nombre.
- La puta que te parió Noir, ¡que no me llames así! – su cara se iluminó de improviso, mostrando su frente ensangrentada que contrastaba con su cabellera negra –.
Un trueno brutal opacó los
bramidos del demonio que claramente seguía con su retahíla coprolálica. Noir
sin fuerzas miró a San Nicolás, en realidad observó que su aura aún mantenía su
fuerza vital a pesar de estar en tan penosa situación. “Gordo afortunado”,
pensó.
- Qué equivocado estaba con ustedes, yo pensaba que con toda esa boba historia del santo y seña del búho eran más amigos – Noir, era experto en manipular a la gente, desvió su mirada a San Nicolás, para hacer que el Krampus también lo mirase –.
En el instante que el Krampus
observó el cuerpo mutilado, Noir usó la última energía que le quedaba y lanzó
un certero hachazo al corazón de San Nicolás. El estallido que sobrevino fue monumental
y el agua emergió como una supernova.
Cuando el resplandor se fue,
ambos pudieron ver a San Nicolás de pie, con la cabeza gacha y por primera vez
en su vida con un aura de cólera mucho más fuerte que la de ambos juntos. Esa
mirada de odio abisal, de ausencia absoluta del bien, les paralizó y heló su
sangre.
- ¡Tú mataste a Rodolfo! Y ¡Tú me robaste a mi mujer! ¡No tendré piedad!
- En mi defensa, piensa que te tiré el hachazo para revitalizarte. Eso debe valer algo, ¿no?
- Ustedes no valen NADA – al cerrar sus puños, sendas llagas cruzaron los cuerpos de Noir y el Krampus, y sus cuerpos se estiraron para ser desmembrados –.