lunes, enero 01, 2007

El Liderazgo al Estilo de los Jesuitas


Ficha Técnica

  • Autor: Chris Lowney
  • Título: El Liderazgo al Estilo de los Jesuitas
  • Subtitulo: Las Mejores Prácticas de una Compañía de 450 Años que Cambio el Mundo
  • Editorial: Norma
  • Edición Original: 2004
  • ISBN: 958-04-8364-7
  • Mensaje de Inicio: ---

Capítulos Principales

  • De los Jesuitas y J. P. Morgan
  • Qué Hacen los Líderes
  • Los Jesuitas
  • Modelos de Liderazgo
  • Ordenar Su Propia Vida
  • Los Ejercicios Espirituales
  • Todo el Mundo en Nuestra Casa
  • No Rechazar el Talento ni el Hombre de Calidad
  • Una Vida Ininterrumpida de Actos Heroicos
  • Era Indispensable una Osadía Excepcional
  • Nuestro Modo de Proceder

Extractos de Sibarel

Encontré muy interesante este libro, puesto que incluye relatos humanos, tanto de Ignacio de Loyola como de otros hermanos que se pueden considerar fundadores o cofundadores de esta Orden. Y por ello espero poder extraer alguno de los pasajes más destacados de los mismos.

Capítulo 1: De los Jesuitas y J. P. Morgan

A suerte de introducción, Lowney nos recuerda los votos jesuitas que conoció de cerca al ser seminarista durante 7 años:

  • Pobreza
  • Castidad
  • Obediencia

… para luego sorprendernos con un cambio radical en su vida: la dedicación al mundo de los negocios en J. P. Morgan. De tales comparaciones de vida le surgió la idea del libro y su eje central:

  • El conocimiento de sí mismo y el liderazgo.

Por su experiencia en la Orden Jesuita nos presenta la primera revelación de Ignacio de Loyola: su profundo convencimiento que los hombres dan su mejor rendimiento en ambientes estimulantes, de carga positiva, de manera que exhortaba a los líderes a crear ambientes con más amor que temor.

Lowney concluye este capítulo señalando que hay cuatro valores verdaderos (virtudes) del liderazgo:

  • Conocimiento de sí mismo: para entender sus fortalezas y debilidades, sus valores y su propia visión del mundo
  • Ingenio: para innovar y adaptarse en forma continua a este mundo cambiante
  • Amor: para tratar al prójimo
  • Heroísmo: para que sus aspiraciones y acciones no tengan límites.

Capítulo 2: Qué Hacen los Líderes

El profesor John Kotter de la Escuela de Negocios de Harvard nos dejó el siguiente resumen de los deberes de un líder:

  • Trazar el rumbo: exponer una visión del futuro y las estrategias para producir los cambios necesarios para realizar dicha visión.
  • Alinear a la gente: comunicar el rumbo verbalmente y con hechos, de manera que influya en la creación de equipos y coaliciones que entienda la visión y las estrategias y acepten su validez.
  • Motivar e inspirar: infundir vigor a las personas con el fin de vencer los obstáculos políticos, burocráticos y económicos que se oponen al cambio, y satisfacer así necesidades humanas básicas.
  • Producir cambios, muchas veces dramáticos.

Sin embargo existen otros enfoques diferentes del liderazgo cuyos resultados son difíciles de discutir, si bien lo métodos de algunos de ellos son cuestionables.

El caso de Atila el Huno, que unió a muchas tribus dispersas para lanzar su gran castigo a Europa el año 440 E:. V:. Cómo líder tuvo que matar a su hermano Bleda, asegurando de este modo su liderazgo. Así pudo poner en práctica su visión estratégica, y sus hordas asolaron a Europa desde el Rhin hasta el Mar Caspio. Como dice Lowney “..fue el primer empresario que organizó un lucrativo negocio sobre el principio de que los clientes deberían pagarle para que dejara de prestarles sus servicios.”

Otro ejemplo contrapuesto lo da Nicolás Maquiavelo contemporáneo de Ignacio de Loyola, con menos práctica que Atila pero con muchas horas dedicadas a deliberar sobre este tema. Maquiavelo escribió “El Príncipe” que sería una especie de manual para aspirantes a líderes empeñados en adquirir, retener y ejercer el poder. Este libro lo dedicó a Lorenzo de Médecis ya que no pudo dedicarlo a César Borgia. Una de las mejores frases de este libro “encantador” es: “si es preciso elegir, ser temido es mucho más seguro que ser amado”.

En contrapartida a estos casos, los jesuitas inventaron toda una serie de técnicas y prácticas para formar discípulos que tuvieran conciencia de sí mismos. Así se desarrollaron las prácticas de los “ejercicios espirituales” que los separan durante 1 mes de la agitación del mundo exterior. Y dado que el autoconocimiento nunca es un producto acabado, esta se convirtió en una práctica regular, aun cuando no fuera posible aislarse del mundo.

Las consecuencias “inmediatas” de estos ejercicios fueron:

  • Conocerse a sí mismo: “ordenar su propia vida”.
  • Ingenio: “todo el mundo será nuestro hogar”.
  • Amor: “con más amor que temor”.
  • Heroísmo: “despertar grandes deseos”.

Capítulo 3: Los Jesuitas, Una Compañía Casual con Visión y Propósito

Por fin se aborda la vida de Loyola, quien a los 38 años no ofrecía ningún potencial como líder:

  • Había fracasado en 2 carreras
  • Había sido arrestado 2 veces
  • Tenía problemas con el “Santo Oficio”
  • Y lo peor de todo, no tenía dinero.

Lowney destaca el pensamiento de Abraham Zaleznik, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard: “… los líderes son individuos que nacen 2 veces, que tienen alguna experiencia extraordinaria que le comunica un sentido de apartamiento o aun de malquerencia de su ambiente y en consecuencia, se concentran en sí mismos y resurgen con una identidad creada, no heredada.”

Ignacio de Loyola nació en Azpeitia, pueblo vasco. Tuvo una vida desordenada en el juego, las mujeres y los duelos. De su paso por la milicia le quedó una pierna astillada por una bala de cañón. La búsqueda de un rumbo en la vida, de algo que le diera sentido lo llevó a los 33 años decir estudiar gramática latina, pues pensaba que sería un buen camino para poder “ayudar a las almas”, tema que había empezado a obsesionarlo. Pasó por Barcelona, Alcalá y Salamanca, para luego llegar a París, donde conocería a al resto de “grupo” con el cuál fundaría posteriormente la Compañía de Jesús.

El renacimiento de Loyola ocurrió en el río Cardener, que se encuentra en la población española de Manresa. De pronto le llegó la iluminación como el mismo describiese en su autobiografía. Durante ese minuto de revelación aprendió más de sí mismo y el mundo que durante todos sus años vividos hasta entonces. Pero no tuvo una revelación, ningún plan le fue develado. Por los 2 años siguientes, desarrolló lo que posteriormente se conocerían como ejercicios espirituales, la clave “secreta” de lo que sería la futura Orden.

Una combinación de “suerte”, hizo que se dieran las circunstancias precisas para que fracasaran ciertos planes y sucedieran otros inesperados. La contemporaneidad con el “reformador” Martín Lutero, y los enfoques de “vanguardistas” de Loyola y su grupo, atrajeron con beneplácito el interés del papa y otros dignatarios de la iglesia, que los escogieron para diversas misiones doctrinarias.

Las andazas siguientes los llevaría a formar por fin una nueva Orden, que sería conocida por todos como la “Compañía de Jesús” y ellos mismos como los jesuitas. En un principio el papa limitó su número a 60, pero las circunstancias históricas siguientes les permitirían sobrepasar cualquier límite.

Pero mi interés no está en la Orden en sí, ni siquiera en Ignacio de Loyola, sino en el resto de la gente que creyó en él y que fue capaz de vivir y morir por una idea tan simple y poderosa como “ayudar a las almas”.

Primer caso de excepción (o excepcional sería más adecuado): Mateo Sánchez. Jeje, en realidad no era un “Sánchez” ni menos un “Mateo”. Si no que ese fue el seudónimo que usó la infanta Juana de Austria, hija del emperador Carlos V y hermana del rey Felipe II. Siendo viuda del príncipe de la corona de Portugal, se fascinó con la Orden Jesuita. Ella fue uno de los muchos nobles europeos que brindaron el apoyo inicial a la Compañía recién formada, y que muchos de ellos su motivación los llevaría a solicitar su propia incorporación. Alguna de las grandes familias que se incorporaron son los Borgia, Gonzaga, Acquaviva y Bellarmine.

La petición de Juana por ingresar a la Orden fue un verdadero dilema para Loyola. No podía exponerse a la cólera de la realeza por negarle el privilegio y tampoco podía exponerse al escándalo de concederle semejante derecho a una mujer. Por lo tanto, se le impuso una condición, “el secreto de su incorporación como Mateo Sánchez”. Así, los jesuitas no perdieron pan ni pedazo.

Capítulo 4: Modelos de Liderazgo, Tres Casos de Estudio Inverosímiles

Benedetto de Goes

Cuando se dio permiso a un jesuita para residir en Beijín, surgió el ambicioso plan de conocer mejor la ruta entra la India y China, y qué mejor que designar a un destacado lingüista y ex soldado como de Goes. Al menos la idea era descubrir una ruta por tierra que fuera más segura que por mar, ¿sería la misteriosa ruta de la seda? Esto podría permitir descubrir además, como segundo objetivo, la gran Catay, que supuestamente fue visitada por Marco Polo por allá en el 1200, cuyo mito terminaría situándola en algún lugar al norte de la India y al noreste de la China, detrás de la Gran Muralla. Marco Polo describió además comunidades cristianas en ese reino lo cual era entonces el principal foco de interés para los jesuitas.

Hasta esa fecha los viajes por mar desde Portugal hasta Asia eran altamente riesgosos. La latitud sólo se podía aproximar por la ubicación de las estrellas, pero la longitud era pura adivinación. Y como si esto fuera poco, las eternas calmas ecuatoriales podían poner fin a un viaje que ya era incierto. Así que un viaje “exitoso” podía demorar varios años. Y si pensamos en que los medios de comunicación eran por cartas… Un jesuita en Malasia actual pero por aquel entonces escribía a Roma: “Tengan en cuenta que cuando mandan una orden no podrán recibir una respuesta a lo que nos ordenan en menos de 3 años y 9 meses.”

En el otoño de 1602 de Goes se sumó a una caravana de 500 personas saliendo de Akbar, que se componía principalmente de mercaderes y mercenarios. Así que de Goes se camufló como un mercader más. El recorrido fue parte de la India, Paquistán, Afganistán, Rusia y Mongolia. A los 2 años de camino, recién cruzó el techo del mundo, que es el nudo de montañas que forman la altiplanicie más alta del mundo entre el Karacoram, los Himalayas y el Kush. Sobrevivir a semejante ascenso, por sobre los 6 mil metros de altura, sin la tecnología actual era una hazaña mérito de una alimentación en base a manzanas y cebollas secas, ¿increíble cierto? Pero luego venía un descenso a la cuenca del Tarim igualmente terrible. Lugar tan árido y remoto que en la actualidad se ha usado para ensayos nucleares. Esta "ruta de la seda”, descendía de los 5 mil metros de altura a varios cientos de metros por debajo del nivel del mar: frío intenso, calor sofocante, tempestades de arena, tormentas de nieve, etc; todo esto presentaba un paisaje donde no faltaban los cadáveres. Este viaje estimado en 6 meses se convirtió en 4 años. Lo que permitió concluir a de Goes que esta ruta era peor que la ruta por mar. En la carta que envió a Roma, escribió como conclusión que ningún miembro de la Compañía de Jesús debería volver a repetirlo.

Pero no llegó a su destino. De Goes no alcanzó a llegar a Beijing, ni encontró Catay ni una ruta corta entre la India y China. Sin embargo, lo datos de de Goes permitieron inferir que en realidad Catay no existía o que simplemente se trataba de China, ya que era el único gran reino de la región. También se concluyó que no existían comunidades cristianas perdidas en esa zona. Esto permitió a los jesuitas concentrar todos sus esfuerzos en la india y en la China.

De Goes murió solo en una remota aldea china. Cuando su caravana llegó a Xuzhou, confió a los mercaderes que iban a Beijing sus cartas dirigidas a Mateo Ricci, el único jesuita autorizado para estar en China, pero claro que era imposible saber cual sería su dirección, y menos escribir referencias en “chino”. Para complicar aún más la situación, no había nadie en Beijín que fuera conocido como Mateo Ricci, ya que él mismo se cambió de nombre a Li Matou.

Lo extraordinario de todo este relato es que se conoce gracias a que la carta llegó a su destino. Al parecer el poder de las convicciones y la confianza en los otros es bien visto por el “Universo”, así que una carta escrita en caracteres romanos en pleno Beijín llegó a las manos del único extranjero que podrían traducir su contenido. Imagínense la emoción de semejante encuentro. Así que Ricci mandó de inmediato a un joven postulante para que hiciera contacto con de Goes en Xuzhou, quien llegó al tiempo que de Goes agonizaba y así pudo salvar algunos apuntes de su diario.

Matteo Ricci

Ricci estudió “chino” en Macao, y fue el primer occidental en dominar dicho idioma. Escribió su primer tratado chino, titulado “De la Amistad”. Con el cual mostró su adaptación a la cultura, en un estilo confuciano y no escolástico. Ricci inventó la aculturación jesuita, que era una estrategia de asimilación de la cultura local para poder ser efectivos sin ser ofensivos de las tradiciones. Así que de las ilustraciones que hay de Ricci, se ve como un perfecto “mandarín”.

Ricci destacó “rápidamente” por sus conocimientos matemáticos, cartográficos y astronómicos, lo que al cabo de unos años le permitiría llegar a conocer el mismísimo emperador.

Finalmente, 3 años después de la muerte de de Goes, Ricci le hizo compañía. Tal fue si importancia en el imperio, que aun hoy se puede visitar su tumba en los terrenos imperiales de Beijing. Ricci dejó la puerta abierta al cristianismo, y dejó el método que habrían de seguir sus hermanos.

Cristopher Clavius

A diferencia de los exploradores anteriores, Clavius fue profesor universitario por 48 años, y 46 de estos en el Colegio Romano de la Orden Jesuita.

Clavius fue de la idea que los jesuitas debían ser expertos no solo en teología y filosofía, sino también en idiomas, matemáticas y ciencias.

Clavius, quien predicaba el sistema Tolomeico con la Tierra en el centro del universo, tuvo como discípulo a Galileo Galilei. Como es sabido Galileo se apartó de este modelo, y una de las razones fue sus observaciones sobre las fases de Venus, que siendo similares a las de la Luna, le colocaban en orbita alrededor del Sol.

Clavius tenía más de 70 años cuando Galileo publicó sus descubrimientos, que sin ser directos en su conclusión presentaban el gran problema que significaba suponer la Tierra como centro del Universo. Clavius, decidió entonces llevar a sus estudiantes a una clase magistral de astronomía a la terraza del Colegio Romano. Finalmente publicó la última edición de su texto de astronomía dónde clasificó de “confiable” el libro de Galileo. Y agregó que las observaciones en sí constituían un reto, una especie de desafío intelectual, que deberían saber responder los astrónomos, en un intento por descartar el “imposible” heliocentrismo y reemplazar la obsoleta visión tolemaica. Lowney concluye al respecto: “los hechos son lo que son; los científicos deben aceptarlos y buscar una teoría verosímil para explicarlos.”

Poco después de esta publicación murió Clavius y 20 años después Galileo fue obligado por la inquisición en el Vaticano a retractarse del “heliocentrismo”.

Si bien Clavius, no fue la pieza clave en el problema heliocéntrico, si es el responsable de solucionar el problema de la retrogradación del calendario Juliano a petición del papa Gregorio XIII. Clavius conocedor del trabajo del italiano Aloysius Lilius, verificó que su solución de los años bisiestos era la más simple para corregir este problema. Así esta forma de recalibración del calendario terminó por llamarse calendario gregoriano, jeje, nadie sabe para quién trabaja dice el viejo dicho.

Conclusiones

Aun quedan muchos capítulos más por revisar, y muchos otros personajes interesantes como: Roberto de Nobili (India), Alexandre de Rhodes (Cochin China), Diego de Torres Bollo (América del Sur), Antonio Sepp, etc.

Sin embargo, no quiero hacer una apología de esta Orden, que incluso fue suprimida por el papa Clemente XIV y amparada por la emperatriz de Rusia, Catalina la Grande, hasta que la Orden pudo renacer por voluntad del papa Pío VII, completándose así 40 años de prohibición, que sólo tardó 1 año en lograr un millar de jesuitas en todo el mundo.

No, no es la institución lo que me importa. Es la grandeza del hombre, que tan sólo por su convicción es capaz de realizar grandes obras, grandes sacrificios, incluso de modificar o flexibilizar sus valores en un momento dado, llegando a mentir si es preciso para una bien superior como salvar una vida.

Si los jesuitas perduran al día de hoy, es gracias a que atrajeron a hombres notables, con una idea tan simple y encantadora como la de “ayudar a las almas”. Esto posibilitó hacer cualquier cosa; formar una estructura y una cultura, que fue el motor de la educación en Europa y América. Y nos prueba que los hombres solos no somos tan potentes como en grupo.

Creo que la principal conclusión de este libro que nos habla del liderazgo jesuita es precisamente la reciprocidad entre esta necesidad gregaria de los individuos y la necesidad de tener gente extraordinaria de las instituciones. Esta mezcla es lo que permite modificar la “historia”, es lo que permite modelar el provenir global.

El liderazgo no se puede ejercer sin seguidores, y no hay seguidores sin buenos líderes. Las instituciones como organismos vivos necesitan a ambos.

Pienso que los hombres “inteligentes” tienen un deber mayor frente a la sociedad de aquellos otros que por la razones que fuere tienen menos oportunidades de generar resultados “globales”. En este contexto si te consideras alguien inteligente, mi recomendación es que te unas a una institución “inteligente”, por el bien general de la humanidad, y por el bien particular de tu familia. Vamos que se puede ;-)

Y si llegas a ser un líder dentro de ese grupo, no olvides las recomendaciones de Lowney, ya que son fuente segura de éxito y grandes resultados:

  • Conocimiento de sí mismo
  • Ingenio
  • Amor
  • Heroísmo

A propósito... pueden conocer más del autor en su propio site.

Sibarel