domingo, mayo 04, 2014

Paineball

Ahora se ve que fue un gran error, pero entonces precía una buena oferta, veinte lucas por persona, para jugar en 30 hectáreas con asado de jabalí incluido. Todos en la oficina  estábamos felices.

Pero no fué así.

Nos recibió un viejito simpático que nos pasó los trajes, las pistolas, las cargas y unas vendas. Cuando estábamos listos nos dijo:

- Pónganse las vendas en los ojos, los voy a separar en dos grupos de a diez y los voy a dejar en el bosque.

Yo fuí el último.

- Tú serás azul, junto con tu equipo deben aniquilar a los rojos.

Dicho eso me dejó botado en algún lugar del bosque y agregó:

- Ten el cuchillo, como capitán del equipo lo mereces y necesitarás.
- Para qué?
- Para matar y desollar al jabalí... y para sobrevivir.

Dicho esto último se fugó en su jeep.Yo me reí, pero fue un grave error.

Tras cuarenta minutos de caminar frustrado encontré una cabaña, la cabaña del Leñador... entonces recordé la historia que nos contó el viejete mientras nos equipábamos... Le decían el hijo de Jason porque era igual de despiadado, letal e inmortal.

Apenas entré ví dos cuerpos descuerados hasta la mitad, uno rojo, uno azul, uno mi amigo, otro mi jefe. Vomité.

Quice salir corriendo pero vi en el camino al Leñador arrastrando otro azul mutilado, indistinguible. Él me vió y lo soltó, empezó a correr y vaya que era rápido, venía por mi.

Me puse a correr en cualquier dirección hasta que me topé con el jabalí.  No sé si fue la adrenalina o que recordé las palabras del viejete,  pero lo maté sin pensar. Dio pelea, me atravesó una pierna pero lo apuñalé en el corazón.

Cuando me alcanzó el Leñador se lo ofrecí y lo aceptó.

Tarde todo el resto del día en llegar a la carretera y de allí me rescataron.

- No te creo, Capitán, encierrelo por homicidio premeditado múltiple de 19 hombres, todos colegas de oficina. En ese bosque no viive nadie más, ni si quiera hay una cabaña.