En el Bar Tatuin ocurrió un singular encuentro entre George Lucas y mi buen y querido amigo Seisdedos.
- George? Eres tu.
- Rodrigo?
- Dime R6D2, es mi nick en internet.
- En serio? Está muy cool, lo podría usar para una película que quiero hacer. Sería un robot...
- Para, para, para, te voy a cobrar royalty si haces eso.
- Mmmm, bueno se llamará R2D2, see you.
Rodrigo cerró el bar esa noche, y George publicó un anuncio: se busca enano que no sea claustrofóbico.
Con el éxito de la película el dueño del Bar demandó a George. El asesor de esta demanda jurídica fue mi buen y queridísimo amigo Rodrigo, que hoy vive en Miami.
Cualquier coincidencia de estos nombres ficticios con la realidad es pura coincidencia.
Todas las ganancias de este cuento irán para la Teletón.