Todo comenzó el día en que mi sobrina se hizo un tatuaje de Hello Kitty. La mamá se enojó mucho pues no le había dado permiso.
Tenía 14 años y ese tatuaje en el hombro causaría problemas en el María Auxiliadora.
- Vamos inmediatamente a quitarte esa porquería del hombro.
En el local había un tipo parecido a un personaje de película, pelado, con tatuajes satánicos o parecidos por todo el cuerpo.
- Cómo se le ocurre hacerle ese tatuaje a la niña, que irresponsable, quíteselo inmediatamente.
- Si lo puede pagar no hay problema, pero es mucho más caro, le va a doler mucho más y va quedar una marca muy fea.
Nada, no lo hicieron y regresaron a casa.
- Te vas a poner base allí, no quiero que las monjas lo vean cuando haces gimnasia. Entendiste?
La niña no tuvo más opción. Pero el primer día de misa el asunto se complicó. La niña tuvo convulsiones y tuvieron que llevarla a la sala de emergencias.
Día a día las cosas se fueron complicando, las convulsiones empeoraron ya no dependía de los días de misa, ahora era siempre, ya no comía y estaba bajando mucho de peso.
Empecé a investigar y encontré la terrible leyenda urbana de Hello Kitty y su autora Yuko Shimizu. No podía ser, pero qué otra explicación cabía?
Quién nos podría ayudar?
Pregunté en varios lugares oscuros y todos me recomendaron ver al doctor Misterio. Así que le fui a ver.
- Pase usted, qué necesita?
-Todos me dicen que usted me puede ayudar.
Luego de contarle mi historia me interrumpió.
- No diga más, yo no le puedo ayudar pero sé quien. Debe seguir claramente el ritual que le voy a indicar.
Quedé estupefacto, pero no había otra alternativa.
Tuve que esperar la noche de San Juan, era cuestión de 3 semanas más y por mientras conseguí lo que se necesitaba.
Primero convencí a mi hermana de cortarle las diez uñas de las manos a mi sobrina y que me las entregara. Luego, el espejo, el agua bendita, el crucifijo de San Andrés y las 3 velas negras.
Llegado el día armé todo el escenario entro de un tríangulo de sal en el patio de la casa de mi hermana. A ella la covencí que se fuera a mi casa y nos dejara allí con mi sobrina, claro que la pequeña dormía en su pieza.
Coloqué las uñas flotando dentro de un plato sobre la fuente de agua y realicé el reso ritualístico tres veces, diciendo PITIUM al final de cada repeteción.
Con excepticismo al principio y con resignación después vi cómo una mano emergía de agua y sacaba una a una las uñas. Al términar de ver esta horripilante escena una voz me habló por la espalda.
- Por qué me invocaste? No te des vuelta.
Yo permanecía dentro del triángulo y preferí obedecer.
- Necesito que salves a mi sobrina.
Le conté toda la historia y podía escuchar que algo comía a mi espalda Pitium.
- Bueno, a partir - hubo una pausa y un pedazo de uña me pasó por el hombro - de ahora yo me encargo. Puedes subir en 10 minutos.
Escuché cómo se alejaban los pasos y me puse a cronometrar el tiempo, fue eterno. Tenía mucho miedo, no quería imaginar que las cosas emperoran.
Faltando 3 minutos subí, no podía esperar más. Estaba todo oscuro así que no tuve más opción que encender la luz de la habitación.
Allí estaba Pitium con su boca sobre el hombro de mi sobrina, por la sorpresa del momento se sobresaltó y pude ver una especie de tallarín que colgaba de su boca. Rápidamente succionó lo que le colgaba y se avalanzó sobre mi.
Reaccioné de la peor forma cerré los ojos y me cubrí. Pero nada pasó. Abrí mis ojos y mi sobrina estaba sentada en la cama.
- Cariño, estas bien?
- Sí, tuve una pesadilla y desperté. Y tu estás aquí.
- Y... tu tatuaje, lo puedo ver?
Me acerqué mientras ella tiraba del cuello de su polera. El tatuaje ya no estaba.
- Mi tatuaje - exclamó - ya no está!
- Te sientes bien?
- Sí.
- Te vas a hacer otro tatuaje?
- No, me quemaba mucho.
- Bien duerme ahora.
Pitium, no se lo que eres, ni dónde estás, pero gracias. Ahora que cumpliste puedes cobrar el resto, estoy listo.