domingo, julio 28, 2013

La Fiestecita

- Vamos diviértete un rato, no seas ñoño.
Otra vez el Guatón con las suyas, fiestero y califa como él solo, tratando de llevarme por el lado oscuro de la fuerza.
- Sí van a estar las minas del Peda.
- Um, recuerdas la última vez? Jajaja.
- Por eso! Vámos! Faltan 2 semanas para los exámenes es ahora o nunca, tu decides ñoño.
La verdad con el Guatón siempre lo paso bien.
- Ya vámos y me dejas tranquilo para los exámenes.
Su risa no me dejó muy convencido, pero qué más da, una vez al año no está mal divertirse...
*****
- Guatón y esa casona? No estaba allí antes.
- Ahí es la fiesta, está completamente abandonada.
- En serio? Pero... - me callé, estaba seguro que no estaba allí antes, pero era antigua, inmensa en verdad.
- Hola! - gritó Cármen desde la puerta.
Apuramos el paso y el Guatón fue el primero en besarla y levantarla con un gran giro. Lo hacía siempre y yo se lo agradecía.
- Hola Ricky, cómo estás?
- Hola - le dije y le dí dos besos, una vieja costumbre que traje desde España, fue sólo una semana pero le he sacado mucho beneficio.
Entramos y pude ver un inmenso salón con la música a todo dar.
- Tomas algo Ricky?
- Yo voy a traer los tragos, bueno y a Ricky mineral, cierto?
- Anda no más - le dije.
Cármen me tomó de la mano y dijo vámos.
- Es una casa inmensa!
Me  llevó por mil piezas, todo tenía música y luces. No entiendo cómo no vi antes esta casa.
- Aquí estaban! Llevo 15 minutos buscándolos, ni puedo tomarme mi copete.
- Sí se nota y se te cayó la mitad?
- Capás poh.
Empecé a tomar mi agua y Cármen me sacó a bailar. De a poco empecé a bailar con más fuerza y cuando terminé mi agua estaba a todor dar, Cármen estaba exquisita y pasamos dos horas bailando sin parar.
De pronto me tomó fuerte de la mano y me sacó de la pista de baile. Me llevó hacia una habitación roja y a penas entramos me besó con mucha fuerza y mi corazón se aceleró como el D'Loreal. Sentí unas risas así que abrí mis ojos. Había algunas caras conocidas que nos miraban, yo tenía la camisa fuera, pero, pero la habitación era azul.
- Vámonos  - dijo Cármen y me llevó a otra pieza, se veía que tenía muchas cortinas, pero al entrar era una habitación vacía, excepto por un tipo sentado mirando por la ventana con una máscara Veneciana.
Cármen quedó muda. Yo la tiré hacia atrás, volviendo sobre nuestros pasos, pero no regresamos, llegamos a una habitación verde dónde todos usaban máscaras Venecianas y la música era un Vals.
Ella me abrazó con fuerza, mientras yo buscaba la salida. Habían muchas puertas, pero ninguna llevaba al salón.  En la medida que cambiabamos de piezas había más y más gente, con máscaras, sin máscaras, rock&roll, tecno, clásica. Y nos perdimos, perdí a Cármen!
Esto era una locura, parecía que estaba saltanto por el espacio tiempo cada vez que cruzaba un umbral. Y ahora que no tenía Cármen a mi lado me entró la verdadera desesperación.
Me detuve un instante. Los umbrales de las puertas eran el problema, entonces usaré la ventana para salir, bueno eso pensé.
Me dirijí a un ventanal y lo abrí. No hice más que salir por esa ventana, que yo veía daba hacia la calle, y me encontré muy alto, sobre la corniza un viejo castillo perdido dentro una inmensa planicie abierta.
Corría viento así que intenté volver a entrar por el ventanal, pero tenía unos barrotes infranqueables.  Seguí por la corniza hasta llegar a una ventanita por la que me pude escabullir y reingresar.
Estaba agotado y estube tendido en el suelo un buen rato.  Cuando por fin me reincorporé vi una habitación llena de muñequitos. Los fuí recortiendo de uno en uno hasta que di con una muñequita igual a Cármen pero con cara de llanto.  No lo resistí y me desvanecí.
Cuando desperté estaba dentro de una jaula plana. Y sentado en una silla el tipo de la máscara Veneciana.
- Hola ñoño.
- Qué?
- No te hagas, sabes quién soy.
La voz era del Guatón pero este era un tipo alto y delgado, no podía ser.
- No lo sé.
Entonces se levantó, se dirigió hacia mi y a cada paso que daba se veía más grande, más grande, era gigante!!!
- Soy yo - y se sacó la máscara. 
Era la cara del Guaton, no cabían dudas, pero era un muñeco de aserrín. Se me escapó un grito de espanto.
- Te gusta? Ahora seré siempre joven y delgado.
Tomó la jaula con su mano y me sacó de allí, llevándome a una mesita dónde estaba Cármen, la muñequita que seguía llorando. 
El Guatón me dejó sobre la mesa y quice correr a abrazarla, pero no podía, con horror comprendí que yo también era un muñeco de aserrín.  No tenía columna para incorporarme, solo podía deslizarme con mis brazos y así llegué con ella.  Nos abrazamos y lloramos juntos.
Hubo un portazo, una viejecita entró, tomó del brazo al Guatón y le dijo:  vamos hijito, tenemos que preparar otra fiestecita....

SECUELA