sábado, noviembre 15, 2008

La Aventura con el Tue Tue




• Félix… ¿escuchaste?
• Sí, hace rato poh, que’ate calla’o no mah – los cuatro amigos hacía rato que esperaban que pasará la micro por el camino rural de Salamanca, dos de ellos borrachos, y los que dialogaban… sobrios, así pensaban ellos.
• No lo veo…
• Que’ate calla’o, ya te dije y ni lo busques, haste el güeón no mah.
• ¿Qué silencio verdad? – todo había quedado en silencio desde que el Tue Tue cantó, fue como si se hubiera detenido el tiempo, antes se escuchaban algunos grillos, el viento sobre las copas de los árboles, una rana a la distancia y ahora nada…

“Tue tue tue” – se escuchó muy fuerte y rápido, encima del grupo -.

• ¡El Tue Tue, conchesumadre!
• ¡Cállate güeón! – interrumpió Jaime al Guille que era el más entonado.
• Síiii – dijo Salomón – ¡es el canto del Tue Tue!
• ¿‘Onde que no lo veo?
• No lo busquís güeón, calla’ito no mah – Jaime era el que mejor conocía el problema en el que se encontraban.
• Hay que invitarlo a comer, poh – Salomón, seguía tratando de verlo, mientras se afirmaba en uno de los pilares del paradero-.
• ¿A comer? – preguntó el Guille -.
• ¡No!, eso no, cállense y no pesquen. – Pero el Guille no entendió -.
• ¿Querís comer Tue tue?, entonces ven y ¡come éste! – dijo el pobre Guille acompañando la frase con un gesto “genital”.

Silencio, pero ese silencio que lo congela todo, como si la peor catástrofe de la historia fuera a caer justo allí, sobre esa perdida caseta.

“¡Tue tue tue!” – se escuchó muy fuerte y rápido, encima del grupo, pero esta vez siguió y siguió -.

El Guille comenzó a reír y reír, cada vez más rápido… hasta que por fin dijo “Tue tue tue”. Jaime que sabía, gritó: ¡No lo mirén!. Y por primera vez le hicieron caso.

Silencio, sólo silencio. Al rato, Félix intentó tocar a Jaime que estaba cerca… y lo encontró.

• Socio – dijo bajito - ¿Qué hacemos ahora? – pero al ver que Jaime no respondía, decidió abrir los ojos - ¡Socio que pasa!

Jaime tenía el pelo blanco, y miraba con ojos desorbitados al Guille… lo que quedaba del Guille, que en cámara lenta terminó por desplomarse, mientras Salomón corría y corría.

Ahora habían dos Tue Tue que se alejaron cantando. Pero era como si uno huyera del otro.

El Sibarel