No, no está bien. Otra vez me invade la misma sensación. Mis piernas no las puedo mover. Mis brazos están rígidos, al igual que mi cabeza. Y el resto de mi cuerpo parece no tener ninguna libertad. Ya no sé que pasa con mi virilidad, no la siento… hace tiempo que no la siento.
Supongo que todo marcha bien, aunque ya no puedo recordar desde cuando. Tal vez me preocupo demasiado, es probable que sólo deba esperar un poco más, hasta que lleguemos. Si es que ocurre alguna vez. Es mejor no pensar qué me depara el futuro, si nos desviamos del rumbo, o si ellos se olvidan de mí.
No estoy loco, o al menos eso creo yo. He hecho lo que debía hacer bajo estas circunstancias. Pero es posible, que alguien bajo total aislación, durante trece años, se vuelva loco. Eso me podría pasar, aunque me esfuerzo por evitarlo.
Supongo que está bien pensar; tampoco puedo hacer otra cosa. Es increíble recordar aquel abordaje:
- Ustedes serán los colonos de un nuevo mundo, Zador. El tercer planeta de un sistema solar con diez planetas. Y tú, Maximilian, serás su líder – él se dirigió a mi -. Deberás velar porque esta nueva raza se esparza por todo el sistema, cuidando siempre el bienestar del universo.
Por culpa de las palabras de un sólo hombre, me hice cargo de la misión más absurda de mi vida, y la única que he vivido hasta ahora.
Supongo que todo habría sido diferente si esta cabina de criogenización no hubiera fallado. Claro que no me puedo quejar de la comida, nunca he sentido hambre ni sed. Tampoco necesito ir al baño. ¡Pero necesito mi vida!
Yo debería estar durmiendo igual que los otros, si es que duermen. El estar despierto en este viaje eterno, me tiene al borde de la locura. ¿Será posible que ellos lo hayan planeado así? Seguro que si un líder tiene más edad que el resto, se impondrá por presencia. ¿Sería esa su idea? Bueno, pero si enloquezco, ya no serviré; pero si no, seré casi un héroe y todos me respetarán por eso.
La única forma de conservarme cuerdo es pensar, ¿y soñar? ¿Y si sueño con ella, con su pelo, con sus besos? ¿Por qué no sueño así? Ya no lo sé.
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Me parece increíble, pero he redescubierto la mayoría de las teorías y teoremas que me ensañaron en la academia. Si no me equivoco, tengo cerca de veintitrés libros escritos en mi memoria y otros tantos poemas donde ella es mi inspiración y me deseo. ¿Todavía la deseo? Hace mucho que ya no siento igual.
¿Cuantos son los juegos que he inventado? Sé que son hartos, aunque ya no los juego.
¿Será posible que esta pérdida de creatividad y emoción sean porque estoy viejo y esta nave está perdida?
Es mejor seguir pensando y creando. Aunque... ya no.
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Las campanas aun las recuerdo, y esos labios y pechos florecientes. ¿Se acordará de mí? Si no ha tenido problemas, y yo me salvo, ella tendrá sus dulce diecisiete todavía. Y para cuando abran esta tumba, me verá de treinta y un años. Verá un cuerpo desnudo y viejo, que no será el mismo que recordaba desde su breve abrir y cerrar de ojos en el tiempo.
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La locura viene, y con ella los recuerdos. Aquellos que me hacen amarla, soñarla y llorarla.
El otro día conversamos harto rato. Pero cuando quise tocarla, se fue. No me quiso decir por qué. Tampoco ha venido para que le lea mis cuentos o juguemos. No se por qué no regresa. ¡Por favor vuelve!
Tiene que haber sido un sueño. El hecho de dormir o soñar, ya no hay ninguna diferencia en mi conciencia. Puedo ver que la locura viene, y no la puedo detener.
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Recién me acabo de dar cuenta, que para cuando me rescaten, estaré totalmente ciego. Serán trece años de oscuridad para mis ojos. También mis oídos estarán muertos. Mis sentidos no servirán. Creo que preferiré la locura después de todo.
¡No!, debo luchar por ella. Es mi única luz y esperanza. Con solo un roce de sus labios sobre mis ojos la podré ver, y con un soplido podré escuchar sus latidos. Sólo su contacto me devolverá los años perdidos. Su cuerpo sobre el mío despertará mi amor dormido. Ella es la razón de mí.
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- Ella... ¡¿ya estas aquí?!
- Sí... Schhh. Estoy a tu lado mi amor. Desde ayer que estás en la camilla, y acabas de despertar. Los análisis muestran que estarás bien dentro de poco. No te esfuerces en hablar. Has hecho historia, todos dicen que lo lograste por mí. Así es que ahora me toca a mí luchar por ti. Dame ese beso que tanto has estado soñando.
- Sin que Maximilian se diera cuenta, sus labios chocaron contra el frío cristal, aquel que tantas veces lo observó y escuchó sus sueños, sus delirios, y ahora saboreaba su final. -
El Sibarel