El profesor de ciencias ocultas, Frank Murphy, tenía la hipótesis que las muertes llamadas última selfie eran provocadas por un antiguo demonio babilonio.
La idea para probar esto era simple, tomarse selfies extremas y grabar el entorno con varias cámaras. Para disminuir el riesgo vital contaba con dos asistentes.
Llevaba 22 intentos fallidos, dejando de recuerdo unas selfies increíbles, trending topic en Facebook, pero este experimento 23 sería diferente.
Las siete cámaras se distorsionaron al mismo tiempo. Los asistentes revisaron el equipamiento mientras Frank distraído les preguntó qué pasaba.
Fue cuestión de una fracción de segundo. Su dedo disparó la foto, mientras una mano invisible le soltaba la mano dejándolo caer al abismo.
La última selfie retrató su cara de espanto y un dedo fracturado.
Dedicado a la literatura y letras que han dejado alguna huella en lo que soy y puedo ser; pero también he decido incluir aquí algunos de mis propios escritos.