Había una vez... una tierna y muy joven florcita.
Un buen día llegó hasta ella un abejorro.
De historias que le contaban sus amigas encontró que esta abeja era demasiado grande y del susto cerró sus pétalos.
El abejorro molesto gritó: préstame la chauchera pa' guardarte el vuelto!
La florcita no escuchó o entendió bien lo que le gritaron así que abrió dos pétalos y el molesto abejorro se metió igual, y se revolcó en su polen hasta hartarse y se fue.
Cinco minutos más tarde la florcita se recuperó y dijo: Oh my God!
Dark Sibarel