(Declaración de Victor Hugo)
... ese Dios que pisotea a cuantos derriba Moises, consagrando a todos los bandidos regios sus madrigueras, castigando a los hijos por falta de ese Dios mal geógrafo y no mejor astrónomo, que reune a la vez todas las grandezas y todas las pequeñeces del hombre, encolerizándose y haciendo morisquetas al género humano, empuñando un sable a semejanza del padre Duchesne, condenado casi siempre y rara vez perdonado;... un cielo que debe imitar nuestros defectos y complacerse en las plagas, así como los mortales nos complacemos al vernos rodeados por las jaurías que se destrozan... Sí, Ministro del Señor: si se trata de ese Dios, declaro que soy ateo!
Pero, si nos referimos al Principio Absoluto que se manifiesta en lo ideal, con la apariencia de una ley inexorable, en virtud de la cual tanto el Universo como si se trata de la gran alma cuyas pulsasiones siento en el fondo de la mía hablándome en voz baja, para hacerme notar la diferencia que hay entre lo verdadero y lo falso, lo feo y lo bello, lo justo y lo injusto si se trata del Testigo permanente que acaricia mi oscuro pensamiento cuando se embriaga el alma con el puro nectar sublime... ese Algo profundo que las religiones no hacen ni deshacen, que adivinamos infinitamente bueno y sabio, que carece de cuerpo y figura... si se trata del Misterioso Poblador de lo Infinito... si se trata de ese Todo vertiginoso, que habla con la voz de los elementos, sin sacerdotes, sin biblias, no oficial, no carnal, cuyo libro es el abismo, cuyo templo es el cielo y cuyo altar es cualquier flor, aun la menos bella de las que nacen silvestres... si se trata del Supremo Inmutable solsticio de la razón, del derecho, del bien, de la justicia, en eterno equilibrio con lo infinito..., en tal caso Ministro del Señor, yo soy el creyente y tú el ateo.
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No podría esta más de acuerdo con este Querido Pensador. Es más desde aquí les reenvío a la curia este mismo mensaje.
El Sibarel
