Bueno, ¿cuál será entonces el libro más antiguo? Sin poder adjudicarle el título, sin duda que el Bhagavad-gita es uno de los libros más antiguos, puesto que fue escrito por los Vedas hace 5,000 años.
¿De qué trata?, pues bien, relata la “histórica” conversación entre el Ksatriya (guerrero) Arjuna y Sri Krishna, en Kuruksetra, ubicado a 110 Kms al norte de Nueva Delhi. El primero, enfrentado al dilema de una guerra fraticida (entre los Kurus y los Pandavas) solicita el consejo de su amigo Krishna, y éste le revela todos los misterios. El texto, su contenido, su significado, es trascendental y promete la salvación del hombre. ¿Salvación de qué?
Como referencia baste decir que Krishna representa una de las encarnaciones de Dios en
El Bhagavad-gita o
El contenido del Libro de los Libros responde a las preguntas: ¿de dónde venimos?, ¿por qué existimos?, ¿a dónde vamos después de la muerte?, ¿cuál es nuestro deber en el mundo?, ¿qué pasa en otros planetas?, ¿qué es la felicidad?, ¿qué es el verdadero conocimiento?
Dentro de los misterios que nos revela este Canto del Todo Opulento, se devela que la aparente forma humana de Krishna (manusam-rupam) es la propia forma pura, espiritual y trascendental de Dios. ¿No les recuerda eso de “hechos a imagen y semejanza de Dios”?
Los lectores del capítulo 1 de esta serie, recordarán que en mi visita a Barcelona el año 2000, conocí a José, un bibliotecario que tenía por manía llevar la luz a los hombres. Pues bien, en una de esas ocasiones, cuando estaba leyéndonos el libro “Las Jerarquías Angelicales”, allí se hizo presente que el hombre, por el pecado original había perdido la “imagen” de Dios pero no la “semejanza”. Los Rosacruces tienen buenas explicaciones para los temas genésicos y ven en el “pecado” original un tomar conciencia y una corporización (“se vistieron con pieles”), por lo tanto, ahora tan sólo nos parecemos en imagen, pero seguimos siendo igualmente divinos o trascendentes.
El Libro de los Libros, nos enseña que el verdadero ser no es el cuerpo, sino el alma la cual es espiritual, eterna e inmutable y que nunca se pierde o mezcla su identidad particular con ningún otro ser o existencia. Nosotros podríamos discutir si en realidad alma es lo mismo que espíritu, y si no es el espíritu que encarnado (en mascarado) se convierte en “persona”.
Nosotros, o éste ente viviente, individual que en sánscrito se dice jiva (alma), siendo de la misma naturaleza que Dios, no es infinito como Él, sino que infinitesimal. Dios creo la jiva, y mientras Dios es autosuficiente, la jiva necesita de Él para existir.
Nuestra naturaleza inmortal nos hace renacer cada vez que morimos, pues si al nacer es seguro que moriremos, al morir es seguro renacemos. El problema aquí es que hay diversos estadíos de existencia, y en qué mundo encanaremos no siempre es un mérito propio, pues para terminar con este ciclo de reencarnaciones necesitamos de la gracia de Dios, o de otra forma, seremos actores permanentes del teatro de la vida.
A partir de la enseñanzas que recibí de un maestro Humanista, Siloista, continuadores de las enseñanzas de Gurdjieff, me explicaba que no eras transcendentes así como así, pues el que no logra el despertar de su conciencia antes de morir, simplemente se desvanece (vean “Encuentro con Hombres Notables” de Peter Brook). ¿Alguno de ustedes recuerda vidas pasadas? Si no las recuerda no se asuste, puede ser simplemente un bloqueo mental, y si las recuerda no se confunda, podría estar sufriendo de simple afinidad con la resonancia de otro ser vivo. ¿Cómo estar seguro? Para el que tenga estos problemas, le aconsejo consultar sus registros Akásicos.
Finalmente, el texto explica claramente que Dios desciende periódicamente, en su Forma Original Espiritual (o a través de una de Sus expansiones, encarnaciones o Avataras) para liberar a los piadosos y reestablecer los principios de la religión. ¿Seremos capaces de reconocerlo hoy?