miércoles, abril 11, 2018

Otoño Secreto

Cuando las amadas palabras cotidianas 
pierden su sentido 
y no se puede nombrar ni el pan, 
ni el agua, ni la ventana, 
y ha sido falso todo diálogo que no sea 
con nuestra desolada imagen, 
aún se miran las destrozadas estampas 
en el libro del hermano menor, 
es bueno saludar los platos y el mantel puestos sobre la mesa, 
y ver que en el viejo armario conservan su alegría 
el licor de guindas que preparó la abuela 
y las manzanas puestas a guardar. 

Cuando la forma de los árboles 
ya no es sino el leve recuerdo de su forma, 
una mentira inventada 
por la turbia memoria del otoño, 
y los días tienen la confusión 
del desván a donde nadie sube 
y la cruel blancura de la eternidad 
hace que la luz huya de sí misma, 
algo nos recuerda la verdad 
que amamos antes de conocer: 
las ramas se quiebran levemente, 
el palomar se llena de aleteos, 
el granero sueña otra vez con el sol, 
encendemos para la fiesta 
los pálidos candelabros del salón polvoriento 
y el silencio nos revela el secreto 
que no queríamos escuchar.