- Vaya señor Jones, me he enterado de su terrible desgracia. Debe de estar destrozado.
- ¡Qué va! No me apena en absoluto. Desde el principio fue un trasto viejo y desvencijado. Tenía el culo completamente carcomido y olía a pescado podrido. Tenía una maldita grieta destrás y un buen boquete delante, y cada vez que la usaba, empezaba a hacer aguas por todas partes. Bueno, yo era capaz de manejarla bien, pero cuando la usaba alguien más quedaba hecha pedazasos. Y así fue como acabó. Cuatro muchachos que estaban de paso en la ciudad y querían pasar un buen rato me pidieron que se la alquilase. Les advertí que no era muy bravía, pero me dijeron que de todos modos querían probarlo. Pues bien, los condenados muchachos trataron de montar los cuatro a la vez y se partió por la mitad.
Así son las cosas: una es lo que se dice y otra muy distintat lo que se entiende. La comunicación es muy, muy difícil.