Una noche de lluvia como ninguna, y todo por una correa de cuero que no fue.
La habitación sin luz, con un amplio ventanal para ver un cielo tachonado de estrellas entonces tras las nubes.
Un intenso un balido y olor a rosa profundo, en esa oscuridad sentí miedo al fin.
Los médicos encontraron mi cadáver al día siguiente, pensaron en el veneno de una serpiente, pero yo sé que fue el cordero.
El Sibarel