Estas Obras Maestras, como otras que ya he leído, se caracterizan porque su primer párrafo es apoteósico:
INTRODUCCIÓN SINFÓNICA
"Por los tenebrosos rincones de mi cerebro, acurrucados y desnudos, duermen los extravagantes hijos de mi fantasía, esperando en silencio que el arte los vista de palabra, para poderse presentar decentes en la escena del mundo."
Ya quisiera yo haber escrito algo tan magistral como este primer párrafo. Y es que me siento completamente representado en él, como si yo mismo fuera su reencarnación, después de un par de lobotomías claro está.
Mis personajes también son fruto de la relación incestuosa entre mi imaginación y mi vigilia, ambas se conciliabulan además con Erato, Polimnia y Talía, para producir mis multiversos poéticos, llenos de desencantos surrealistas y esperanzas absurdas.
Así que este homenaje es tan sólo el primero de muchos; tan sólo el vistazo por la ventana del primer párrafo más alucinante que he visto en un libro como este, el que ahora estoy presto a devorar y cuando mi alma sea defenestrada por mis ojos, volveré sin duda, a escribir la segunda parte de este post al Maestro.
Sibarel, y bueno, mientras leo tal vez me acompañe de una bebida espirituosa como la del gato mentado que para nada es de mi paladar su mayor deleite...